La danza está considerada como una de las principales y más básicas manifestaciones del espíritu artístico y cultural de los pueblos. Históricamente se piensa que el canto surgió del ella, más que el proceso inverso, y es bien conocido como, en la antigua Grecia, el teatro surgió de ella al ir adquiriendo preponderancia e individualidad ciertos elementos del coro en las danzas corales de los festivales patrióticos y religiosos. La danza forma así mismo porción considerable de la cultura de los pueblos primitivos y en ocasiones es casi la única manifestación artística. El caso de México no es la excepción y, desde antes de la llegada de los españoles, una gran variedad de danzas formaba parte de los ritos de los pueblos que habitaban el territorio de lo que es actualmente "La República Mexicana". En muchas ocasiones, los religiosos que evangelizaron estas tierras trataron de extirparlas, por considerarlas manifestaciones paganas, pero en vista de la gran dificultad que esto representaba, por su gran arraigo entre las población indígena, prefirieron "adaptarlas", "cristianizarlas" y darles nuevos significados que ayudaron su labor de evangelización u mestizaje espiritual.
Poseedoras de aguda imaginación y de elevados poderes de invención, las diversas razas indígenas de México modificaron de muy diversas maneras sus ancestrales tradiciones dancísticas. Estas modificaciones fueron, con mucha frecuencia, más cosa de apariencia que verdaderamente fundamentales y parece indudable que, a pesar de las transformaciones que aun hoy día siguen teniendo lugar, el gran número del los pasos y movimientos que se ejecutan actualmente en las danzas tienen una gran antigüedad de hasta siglos. Muchos de ellos se remontan seguramente a tiempos precortesianos, al igual que algunas de las vestimentas que se utilizan durante su ejecución.
En lo que respecta a la vestimenta, se puede ver en los códices y relieves esculpidos que, efectivamente, constituyen con frecuencia adaptaciones de los ropajes y adornos de la antigüedad. En cuanto a las danzas, no existe como saber la forma exacta que tenían. Incluso las formas más modernas de notación coreográfica resultan hasta cierto punto insuficientes para describir en su totalidad el complejo fenómeno de la danza, y los indígenas americanos no dejaron más que alguna representación de instantes dados de ciertas danzas. Sin embargo, no parece muy aventurado afirmar que algunas danzas conservan buena parte de sus contenidos primitivos.
Entre los instrumentos musicales primitivos de los indígenas mexicanos, todavía se encuentran un uso algunos instrumentos de percusión, como tambores de diversos tamaños y formas, en particular el teponaxtle, así como diversos instrumentos de aliento, por ejemplo la flautas de carrizo o de barro. También son de origen prehispánico las pieles de diversos animales, como el venado, que se usan como ropaje, al igual que los bellos y abigarrados penachos hechos con plumas de diversas aves, y los espejos, que son una adaptación moderna de las placas pulidas de diferentes piedras que desde tiempos ancestrales refulgían entre la vestimenta de los antiguos danzantes mexicanos.
A lo largo del extenso territorio que es México, las danzas tradicionales tienen muy diversa importancia según las regiones de que se trate. Hay sitios, como el itsmo de Tehuantepec y la península de Yucatán, en los que las danzas rituales han desaparecido casi por completo, en tanto que es en la región central de la República donde las danzas continúan encontrándose con mayor frecuencia y variedad. Los indios totonacas de los estados de Puebla y Veracruz; los nahuas, de estos mismos estados, además de Guerrero y México; y los huastecos de San Luis Potosí, Hidalgo y, otra vez Veracruz, se cuentan entre los grupos indígenas que conceden mayor preponderancia a las danzas tradicionales. En lo que respecta al norte, los indígenas que siguen practicando danzas antiguas son los huicholes, los coras y los yaquis, que viven en la costa noroccidental de México, no parecen tener la más mínima influencia española; ejemplos son la Danza del Venado y la llamada Pascolas.
En la danza regional mexicana se tiene como objetivo central tener saberes de la danza y proporcionar las herramientas que demanda la practica profesional actual y cultivando un criterio personal y amplio que faculta a cada persona para incidir de forma propositiva en la transformación de la danza y con ello propiciar el desarrollo de la sociedad.
La danza regional mexicana aspira a ser vinculada a la tradición, la lucha por la revaloración, conservación y enriquecimiento de la cultura nacional y la creencia de que la danza no solo enseña una técnica, unos pasos, sino enseñar una forma de vida, una concepción del mundo, desarrollar un sentido de la estética, de lo bello, así como la vinculación con otras artes, con la finalidad de potenciar las capacidades, habilidades y destrezas de los futuros danzantes. Danza Popular Mexicana. Tienen como finalidad proporcionar herramientas que permitan que su objeto de estudio sea bajo una perspectiva que equilibre la teoría y la práctica, teniendo cinco áreas de conocimiento vinculadas entre sí:
1. dancística, 2. musical, 3. escénica, 4. teórico-artística 5. teórico-metodológica.
En este sentido se parte de la premisa epistemológica de que el acercamiento a la danza debe ser integral, esto mediante el desarrollo y la experimentación de diversas habilidades como son:
• Aplicación de técnicas de observación, registro y descripción de la forma, contexto histórico, social y cultural de las danzas populares y/o tradicionales.
• Ejecución técnica llevada a cabo con disciplina
• Capacidad creativa que permita la re-significación del movimiento de origen.
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